Hay canciones que las podemos escuchar miles de veces y siempre les encontramos algo nuevo (un arreglo, un nuevo sentido en la letra) o incluso le adherimos la cara de una persona querida o detestada, un sentimiento, un saludo de despedida, un recuerdo. La música como los libros puede pasar por re-nacimientos incontables para la mirada siempre subjetiva de cada persona, cargada de historia y formas. Pero no siempre prestamos la atención adecuada, no ponemos la oreja para abarcar todos los sonidos o variaciones, aun cuando sepamos la letra o podamos tararear la introducción, el solo o algún arreglo musical. La culpa de eso muchas veces recae en el hecho de poner música de fondo mientras hacemos otras cosas.
Toda esa larga y aburrida introducción era para poder hablar un poco de “Blue in green”. Standard de jazz que luego de la primera vez que se lo escucha ya se lo puede reconocer en cualquier versión luego. También guarda discusiones, su autoría fue producto de distanciamiento entre Miles Davis y Bill Evans. Sin embargo tantas veces escuchado “Kind of blue”, disco en el que es por vez primera grabado, otros temas se llevaban mi principal atención, sobre todo “So what”. Pero el tiempo me llevaría a esperar el momento indicado para redescubrir esta joya.
En una tarde-noche de sábado se produjo la iluminación. Esperaba dentro del auto el regreso de una amiga que estaba haciendo unas compras. Tenía puesto en el estéreo un Cd de mp3 con clásicos discos de jazz, entre ellos anteriormente mencionado. Aburrido de esperar me concentré en escuchar la canción que estaba por comenzar, era “Blue in green”; tantas veces escuchada y por primera vez iba a prestarle la atención que le debía. Ni bien salieron de los mediocres parlantes del auto las notas de la trompeta de Miles Davis no tuve otro sentido más que el del oído; todos los demás se anularon, todo lo que me rodeaba dejó de existir para envolverme en el más profundo sonido. Uno de los puntos más altos de la música se me revelaba. Sentí como se materializaba en vibraciones sonoras la idea de “saudade” (que es la palabra que mejor lo explica).
Un kenshou a través del jazz, en el momento menos esperado dentro de un auto estacionado en una cortada del oeste. Yo que siempre deteste la espera, esa vez anhelé que nada interrumpa la prolongación del tiempo, que tarde en regresar mi amiga. “Blue in green” se tornó un punto inerte entre el fluir incesante que reclama el modo de vida occidental siglo XXI. Un instante de pura abstracción que prepara el cuerpo para la percepción. Fue como detener el paso entre la marea de atropellos en la hora pico de la vereda más caminada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario