31 de enero de 2011

Un poco más de jazz

Hoy escuché a una cantante de jazz que me gustó mucho; su nombre es Vanessa Montilla. El fraseo que tiene, con muy buen swing, y el timbre de voz, que creo que se amolda perfectamente al género, merecen ser escuchados. 
Los músicos que la acompañan merecen que se les preste atención también. En los videos y canciones que pude escuchar se destaca en un primer plano al guitarrista con una presencia marcada en las improvisaciones.
Esta acotada reseña no tiene mayor objetivo que compartir la música de esta cantante que me impactó de muy buena manera. Para tener muy en cuenta a futuro.




Para los interesados, pueden visitar su sitio de MySpace:

29 de enero de 2011

No voy al mar

"De esas costas vacías me quedó sobre todo la abundancia de cielo. Más de una vez me sentí diminuto bajo ese azul dilatado: en la playa amarilla, éramos como hormigas en el centro de un desierto. Y si ahora que soy un viejo paso mis días en las ciudades, es porque en ellas la vida es horizontal, porque las ciudades disimulan el cielo. Allá, de noche, en cambio, dormíamos, a la intemperie, casi aplastados por las estrellas. Estaban como al alcance de la mano y eran grandes, innumerables, sin mucha negrura entre una y otra, casi chisporroteantes, como si el cielo hubiese sido la pared acribillada de un volcán en actividad que dejase entrever por sus orificios la incandescencia interna."


(El entenado - Juan José Saer)

23 de enero de 2011

Escribir en los libros


Poner el nombre en las páginas de un libro es un acto que me resulta chocante; sobretodo si está recién comprado. El hecho de marcar con lapicera la propiedad del libro con el nombre y la fecha de adquisición pareciera ir a contrapelo del propio gusto. Porque el uso del lápiz negro o portamina para las notas al margen y el subrayado lo acepto, no tengo inconvenientes con eso, ya que deja la posibilidad de un borrado sin mucha marca. Sin embargo, se convirtió en una acción necesaria, en un pequeño recordatorio para que en caso de prestarlo recuerden quién fue (en realidad si la intención es no devolverlo podemos sellar en cada pagina nuestro nombre y aun así no volverá a nuestros estantes de la biblioteca) o para reconocerlo ante una confusión. Es decir que su objetivo es saltear inconvenientes ante ocasiones de poca probabilidad.
De todas maneras, debo decir que de los libros que componen mi biblioteca solo unos pocos llevan estampados mi nombre. Más por la insistencia de mi viejo que por iniciativa propia empecé a hacerlo. En la primera hoja siempre en blanco y su consecutiva impar acompañada por el título de la obra son el lugar indicado. Arriba, ocupando el rincón derecho como pidiendo permiso se instala mi señal de pertenencia. El espacio ideal para la dedicatoria en caso de regalo o ante el encuentro con el escritor. Pero como rara vez regalo un libro propio y más extraño es que me lo firme el autor (ya sea porque la gran mayoría de los que leo están muertos o viven alejados de cualquier posibilidad de cruce) entonces le doy otro uso.
Desde hace algún tiempo empecé a incorporar otra costumbre: anotar cuándo terminé la lectura. Dejo explícito, en lápiz, el día y la hora en que finalicé con la lectura y una pequeña impresión sobre el libro. Esto último de manera muy ligera, una pequeña opinión sobre el gusto de la obra en general o algún aspecto que me haya particularmente llamado la atención; por ejemplo debajo del último párrafo de “El entenado” de Saer se puede leer una mención a las sintaxis tan particular de este autor. A veces llevan alguna nota sin mayor relación la obra pero que supongo darán un tinte particular (lluvia, viento) por el tema del libro –sí, no tiene mucho sentido – ; supongo que aportará algo en caso de revisarla para recordar el acto de lectura y no la lectura en sí (aunque no sé bien para que quisiera recordar eso).
Creo que esta notación al final del libro no tiene mayor relevancia que para un futuro en el que empiece a ver lo que soy ahora como sujeto del pasado. Ver qué opinión me suscitó determina novela, poesía, cuento o cierto tipo de literatura en particular. Es más una seña al futuro que una acción que aporte algo a la lectura; encontrarme viendo que leí en determinada época como si la memoria lo archivara y necesitara de esta nueva extensión para recordar. Como dije antes, no hay grandes reflexiones o conclusiones interesantes, solo pequeñas impresiones que a menudo rozan la obviedad o la gilada y una fecha.
Desconozco si esta acción de anotar el día en que se termina una lectura (y el que se empieza, por qué no también) es común. Sin dudas, no es nada extraordinario y original; sé de alguna otra persona que lo hace pero en sí somos pocos por lo que creo. En lo que a mí respecta, sólo espero que con la práctica los comentarios inmediatos que anoto vayan mejorando progresivamente; al igual que columnas como esta. Lo sabré dentro de unos años; por ahora es lo que hay. (Como se observa no tengo grandes objetivos).

Gerry Mulligan / Paul Desmond 1957 - Stand Still

En estos días me dio por escuchar más a Gerry Mulligan. En esta oportunidad el saxo baritono comparte liderazgo con con el sensacional Paul Desmond (saxo alto) quien fue músico del Dave Brubeck Quartet y compositor del famoso Take Five. Joe Benjamin en contrabajo y Dave Bailey en batería cierran el círculo de músicos.

21 de enero de 2011

Empezar


Iniciar un blog que no tiene aun definido qué rombo va a tomar es como emprender una búsqueda en el desierto. No se sabe en la elección de los pasos cuál de todos nos acerca a un rumbo acertado. Ensayar una presentación es poco interesante; embargarse en una extensa habladuría basada en opiniones y sentencias sobre los modos de ver la realidad como una gran catarsis virtual sería despreciable.
Para evadir este escollo decidí que compartir un disco que me es querido podría ser un interesante puntapié (interesante para no sé quién pero algo había que decir) para empezar. Se trata del álbum de Cannonball Adderley “Somethin' Else” de 1958 grabado para Blue Note. Para la realización de esta obra que considero maestra en el jazz, Adderley no estuvo solo. Sino que contó con la acompañía otros cuatro músicos entre los que se destacaban dos de los grandes jazzistas de todos los tiempos: Miles Davis en trompeta y Art Blakey en batería. Completan la nómina de músicos Hank Jones  en piano y Sam Jones  en contrabajo.
La presencia de Davis sin dudas que cobra un peso extraordinario en la grabación, hasta algunos le adosan el disco como parte de su discografía solista encubierta bajo el nombre de Adderley. Incluso el tema que da nombre al disco pertenece al mismo Miles. Sin embargo, Cannonball supo incorporar la maestría del trompetista a su cuarteto sin resignar su talento y estilo.
Para finalizar, debo mencionar que entre los temas que componen el disco “Autumn leaves” se lleva mi mayor atención. Creo que los arreglos de la introducción que hacen suspender la entrada del tema son maravillosos y sin dudas los solos saben sacarle nuevas variaciones a un Standard que parece ya haberlo dado todo de sí. Demás está decir que cada tema y cada solo logran forman uno de los tantos puntos altos del jazz.
Espero que lo disfruten. Saludos.

Listado de temas:

Autumn leaves – 11:01
Love for sale – 7:06
Somethin' Else – 8:15
One for Daddy-O – 8:26
Dancing in the Dark – 4:07
Bangoon (o Alison's Uncle) – 5:05

Peso: 70.8 mb